Baluartes
La aparición de baluartes en las fortificaciones del Renacimiento ya en el siglo XVI obedece a la necesidad de adelantar las defensas y los asentamientos de artillería para la protección de cada uno de los muros del propio castillo y el correcto y eficaz alcance de los disparos al exterior del mismo contrarrestando la evidente disminución de altura de los muros de castillos medievales que se demostraron ineficaces ante las nuevas piezas de artillería de mayor alcance y mayor efecto destructivo.
Cinco son los baluartes de esta fortificación pentagonal recibiendo cada uno de ellos los siguientes nombres: Santa Bárbara, España, San Francisco, Santa Orosia y San Pedro.